La boda de Juan Diego Flores(proyecto de cancion)
Juan Diego Flores tenor Peruano nacido un no sé cuánto, de un no sé cómo, de mil cuchusientos no se por qué, músico de profesión reconocido intergalácticamente por su grandiosa voz que hace recordar, ni mas ni menos, al grandísimo tenor, desaparecido ya, Luciano Pavaroti, hay quienes incluso lo consideran su sucesor. Juan Diego Flores de indiscutible carrera ha recorrido los mas grandes escenarios de todos los planetas incluido Marte y por supuesto el planeta tierra en este ultimo olvidó pasar por el estadio municipal de ate vitarte (Perú) además de por algunas provincias del norte y del sur de su país pero por supuesto el no tiene la culpa, los únicos responsables son la misma gente, que por pertenecer a una cultura propia de su país, en la mayoría de casos, ignoran la existencia de este tipo de música que tiene como uno de sus mayores exponentes a “nuestro” Juan Diego Flores.
Espero de todo corazón no se mal interprete esta pequeña semblanza a manera de introducción no tengo nada contra Juan Diego aunque parezca, de hecho fue mi amigo de infancia, jugábamos juntos al fútbol a los trompos y las canicas lástima que se haya olvidado de mi, pero así es la vida los amigos van y vienen y de algunos nos olvidamos, al menos eso dicen y por lo que veo parece ser cierto. Cuánto bien me haría en estos momentos una ayudita de su parte el 0,1% de mucho menos de la mitad de su fortuna me haría millonario en este lado del mundo donde no se gasta mas que en rollos de papel, en unos cuantos baldes de agua potable y en arroz del más barato, pero, en fin, solo queda resignarme a mi suerte. Pero a que viene todo esto? Me asaltó su recuerdo justo cuando pasaba por jirón de la unión y vi en la TV de una de las tiendas nada más y nada menos que al mismísimo Juan diego celebrando su matrimonio con una mujer extranjera, estaba yo junto a un tumulto de gente observando dicha boda por canal nacional cuando colmado de emoción empecé a gritar: “yo lo conozco! yo lo conozco! es mi amigo! es mi amigo!” Pronto tuve que callar pues reparé en que dos serenazos con su respectivos perros me miraban desconfiadamente; seguí, pues, mirando la fiesta tranquilo no quería perderme de ni del mas mínimo detalle. En ese momento de su salida triunfal del templo no podía creer lo que esta viendo, un mar de arroz volando por sobre las cabezas de los novios mientras estos muy cordialmente saludan a los derrochadores de arroz y a los mirones y chismosos que en su mayoría estaban allí, después pude ver, admirado, que se estaban casando en la catedral, este se encontraba tan solo a unos pasos de allí, dude en ir personalmente a felicitarlo temía que me tomaran por loco, en lugar de ir decidí sentarme en una banca a meditar, me sentía afortunado de estar en donde estaba, recordé cómo me había casado con la que ahora es madre de mis hijos, una boda mas bien humilde y a kilómetros de lo que acababa de ver, pero me sentía, a la vez, tan ajeno a ese mundo; cada quien se abre paso por la vida como puede pensé. No tengo la fama de Juan diego ni tengo su fortuna, al menos no por ahora, sin embargo, últimamente me he dado cuenta de mis dotes como cantante buscaré un maestro que no quiera cobrarme, quizá si tengo suerte llego también a Marte a dar un conciertito y después vuelvo triunfante a casarme religioso en la catedral que siempre fue mi sueño, me pregunto si Juan Diego asistiría a mi boda.
Rápidamente desperté de mi letargo y emprendí a paso raudo hacia las afueras de la catedral, tome todo el arroz que estaba desparramado por los suelos, escogí los que estaban limpios y me fui, eran las 7 de la noche, me esperaban en casa.
Lear.
Espero de todo corazón no se mal interprete esta pequeña semblanza a manera de introducción no tengo nada contra Juan Diego aunque parezca, de hecho fue mi amigo de infancia, jugábamos juntos al fútbol a los trompos y las canicas lástima que se haya olvidado de mi, pero así es la vida los amigos van y vienen y de algunos nos olvidamos, al menos eso dicen y por lo que veo parece ser cierto. Cuánto bien me haría en estos momentos una ayudita de su parte el 0,1% de mucho menos de la mitad de su fortuna me haría millonario en este lado del mundo donde no se gasta mas que en rollos de papel, en unos cuantos baldes de agua potable y en arroz del más barato, pero, en fin, solo queda resignarme a mi suerte. Pero a que viene todo esto? Me asaltó su recuerdo justo cuando pasaba por jirón de la unión y vi en la TV de una de las tiendas nada más y nada menos que al mismísimo Juan diego celebrando su matrimonio con una mujer extranjera, estaba yo junto a un tumulto de gente observando dicha boda por canal nacional cuando colmado de emoción empecé a gritar: “yo lo conozco! yo lo conozco! es mi amigo! es mi amigo!” Pronto tuve que callar pues reparé en que dos serenazos con su respectivos perros me miraban desconfiadamente; seguí, pues, mirando la fiesta tranquilo no quería perderme de ni del mas mínimo detalle. En ese momento de su salida triunfal del templo no podía creer lo que esta viendo, un mar de arroz volando por sobre las cabezas de los novios mientras estos muy cordialmente saludan a los derrochadores de arroz y a los mirones y chismosos que en su mayoría estaban allí, después pude ver, admirado, que se estaban casando en la catedral, este se encontraba tan solo a unos pasos de allí, dude en ir personalmente a felicitarlo temía que me tomaran por loco, en lugar de ir decidí sentarme en una banca a meditar, me sentía afortunado de estar en donde estaba, recordé cómo me había casado con la que ahora es madre de mis hijos, una boda mas bien humilde y a kilómetros de lo que acababa de ver, pero me sentía, a la vez, tan ajeno a ese mundo; cada quien se abre paso por la vida como puede pensé. No tengo la fama de Juan diego ni tengo su fortuna, al menos no por ahora, sin embargo, últimamente me he dado cuenta de mis dotes como cantante buscaré un maestro que no quiera cobrarme, quizá si tengo suerte llego también a Marte a dar un conciertito y después vuelvo triunfante a casarme religioso en la catedral que siempre fue mi sueño, me pregunto si Juan Diego asistiría a mi boda.
Rápidamente desperté de mi letargo y emprendí a paso raudo hacia las afueras de la catedral, tome todo el arroz que estaba desparramado por los suelos, escogí los que estaban limpios y me fui, eran las 7 de la noche, me esperaban en casa.
Lear.